4 de octubre de 2007

Instantáneas infantiles

Uno en la vida aprende un montón de cosas, y una de las cosas que yo aprendí de purrete es a odiar al sándwich de milanesa.
Hace algunos años, cuando era niño vivía (porque “asistía” queda chico) en el CEF. Los Centros de Educación Física se habían creado en la provincia (creo que en los 80s) y eran como un club, o sea, una escuela de deportes gratuita y del Estado.

Como en mi pueblo, en los clubs sólo se podía jugar al fútbol, la paleta y las bochas, el CEF era una especie de panacea deportiva. Ahí jugábamos al voley, básquet, handball, de todo.

Pero una de las cosas más lindas que tenía el CEF eran los “Intercef”, que eran campeonatos/encuentros que se jugaban los días feriados y que las sedes iban rotando.

Así que todos los 25 de mayo, los 9 de julio y los 12 de octubre, los deportistas infantiles no nos quedábamos durmiendo, sino que nos levantábamos temprano y nos reuníamos en la plaza del centro para tomarnos el colectivo.

Llegábamos, primero jugaban los más pequeños y los más grandes jugábamos más tarde, así que teníamos permiso para recorrer el pueblo (hoy los profesores por dejar hacer eso a los alumnos estaríamos en Sierra Chica).

Entre partido y partido nos disponíamos a revisar nuestra mochila para ver qué cosa teníamos en el tuper que nos había preparado mamá.

Existían dos opciones clásicas:

El tuperware cheronca: La comida cheronca consistía en el sándwich de jamón y queso con pan lactal. Además el fiambre estaba suavemente cortado y finamente acomodado. Todavía no se usaba el plástico ése transparente para envolver, así que venían envueltos en blancas servilletas de papel, ordenados en dos grupos de dos.

Para beber… una latita de Coca-cola. En la cual el dueño tenía que hacer mucho ruido al abrirla y una vez terminada… pisarla hasta dejarla enana. Esta acción tomaba más placer cuando alguien se la pedía “dámela a mi! porque yo colecciono latitas”.

El táper amarillo: Desde que salíamos de la plaza del centro, todo el mundo se daba cuenta de lo que llevaba para comer. Si el sánguche de milanesa tiene una particularidad… es que se huele desde lejos. Ese olor es tan conocido para un argentino como el gol de Maradona a los ingleses. Uno puede ir caminando en la calle y está científicamente comprobado que el olor a milanesa frita se siente a 540 metros de distancia.

Bueno, no cuesta mucho imaginar el olor de un sánguche que se fritaba a la noche o a la mañana temprano y estaba encerrado por varias horas cortando la cadena de frío.

Además pasaba algo extraño. Se combinaba el olor a milanga con el olor del pan (algo que por si solo, no existe). Por lo que podríamos afirmar sin ningún tipo de temor, que el sánguche de milanga tiene diferente olor a la milanesa a secas, o sea, al plato.

Además algunas madres que odiaban a sus hijos, les ponían mayonesa…

Si bien hoy en día me gusta la milanesa, también es cierto es que odio el sánguche de milanesa. La triste imagen que daba uno mordiendo con la fuerza de un doverman y rasgando la comida en medio de un grupo de jóvenes es insuperable. Esos jóvenes que fueron mis compañeros de triunfos y derrotas, de llantos y alegrías también fueron testigos del nacimiento de un odio tan profundo que será difícil curar.

Perdón, Gracias y Hasta Luego…

13 comentarios:

Ana dijo...

Qué lindos recuerdos. Digamos que yo no era la persona más deportiva de mi curso, pero disfrutaba cuando salíamos a competir con otros colegios. La saña con la que uno miraba a sus contrincantes cual boxeador era terrible. Yo juntaba los abridores chirimbolitos de las latitas y me armé una pulsera.

Anónimo dijo...

No tuve el privilegio de asistir a esos encuentros q contas, pero me hiciste recordar mis epocas de "Campamento" en el cef.. grandes historias armando las carpas en el patio del cef, las competencias a la noche en la cancha de futbol, los "multitudinarios" desayunos te y pan con dulce de leche.. que lindos recuerdos!! Besos!

Uschi dijo...

Nunca fui deportista ni amante de la vida al aire libre... y encima no como carne, asi que leer este post fue descubrir un mundo nuevo para mi!
Saludos!

Sol! dijo...

Siempre fui del tuperware cheronca. De hecho, las milanesas de carne nunca me gustaron :S

Jejeje qué gracioso lo de las latitas enanas.... Lo mejor era hacer el gusanito con el papel del sorbete. Viejos y buenos años esos :)

Un besote!

retoryo dijo...

Agustín, Agustín... Se nota que sos porteño.
En Tucumán, el Sanguche de milanesa, es la comida nacional. JAMAS se sirve en un taper, sino recién salido de la freidora en bar al paso.
Es tan tan popular, que un artista plástico, Sandro Pereyra, le hizo un monumento. Y no sólo eso, luego de ser exhibido en el Parque 9 de Julio para regocijo del pueblo, fue vendido en el 1 a 1 al módico precio de 20 luquitas.
Tendrías que darte una vuelta por aquí para cambiar de opinión respecto a esta muestra de tradicional comida tucumana.
Buen blog, saludos, y te dejo un link: http://www.clarin.com/diario/2002/11/30/s-03801.htm

Anónimo dijo...

hola estoy creando un diario digital y me gustaría contar con tu colaboración.
un saludo.
lonuestro27@hotmail.com

Anónimo dijo...

Yo soy de Chile y tengo 22 años. No sé cuantos años tienes tú, pero se a lo que te refieres. Eran tan distintos mis tiempos de escolar a como lo es hoy. A mi tb me enviaban la colación envuelta en servilletas. unos ricos panes hechos por mi madre. ahora los chicos no hacen eso, sería muy vergonsozo, cada cual lleva su dinero y se compra la primera porquería que encuentra. pero en fin, supongo que los tiempos van cambiando, aunque creo que todo tiempo pasado fue mejor.
saludos.

ligadecampeones2.blogspot.com

Anónimo dijo...

escribí mal vergonzoso, disculpenme.

eliana dijo...

hola.te cuento que es la primera vez que visito tu blog, llegué a él gracias a yahoo respuestas.
La verdad que me parecio bárbaro y bién argentino.si quieres puedes devolverme la cortesia y visitar mi blog surgido de un sueño que tengo, aunque piensen muchos que estoy loca, dejame un comentario, hasta la proxima, aca te dejo la direccion
http://uncafeconelbambi.blogspot.com/

: dijo...

Para evitar traumas como el tuyo se inventaron las ziploc. Ahora podes estar tranquilo, los 12 de octubre no volverás a sentir el aroma a los sandwichs de milanesa. Lo que sí, no te puedo asegurar que veas a varios depredando uno ferozmente, pero, algo es algo, no?

Elen dijo...

Que terrible! a mi me daban tarta de jamon y queso, o algo asi... mi mama no sabe freir milanesas y la verdad que igual a mi mucho no me gustan.

El sanguche de milanesa tampoco me gusta, pero eso es sólo por ese olor cuyos efectos tan bien describís.

¿Y los pibes que se comían un pancho o un paty a las nueve de la mañana? Dementes.

Unknown dijo...

acá yo!!!

yo tengo aún una lonchera de plastico de popeye azul.
arriba, venia el termo y abajo ponia los sandwichs que mi mamá me hacía.

la conservo intacta, a pesar de haberla llevado a cuanta excursión y picnick tuve.

creo que eso es porque es de muy buena calidad. ahora la lonchera guarda un robot divino que hace las delicias de mi madre cuando lo pongo a perseguir al gato.

Unknown dijo...
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