9 de diciembre de 2007

Sensacion de inseguridad

En mi época universitaria me levantaba muy temprano, creo que a las 6. Iba caminando a La Ideal para tomar el 57 que, en esa época pasaba por Suipacha. Siempre iba medio dormido, es más, no me quería despertar del todo ya que la hora y media de viaje hasta Luján servía para terminar la dormida. Muchos alumnos utilizan el viaje para estudiar, repasar o practicar ejercicios. Yo no, yo en el viaje dormía.

Llevaba mis monedas y cuando pagaba me encontraba siempre con el mismo escenario: todo el bondi lleno de policías dormidos. Y resulta un paradoja, pero un colectivo lleno de policías de la bonaerense no te da la sensación de seguridad, es más, todo lo contrario.

Para los que no saben, les comento que los policías no pagan boleto de bondis de larga distancia (ahora no lo sé, pero así era en esa época) por lo tanto tienen la obligación de dejar la butaca a los civiles pagadores. Estos no, se dormían o se hacían los boludos.

Cuando encontraba un lugar era seguro al lado de un policía gordo que se te tiraba arriba tipo abrazo de oso y su pistola (la que hace pum) se me clavaba en las costillas. Pero eso no era lo peor. Lo peor sucedía en invierno, ese invierno que no deja abrir las ventanillas, ese invierno que no deja que se cambie el aire, ya que el tufo ahí arriba era insoportable, mezcla de mal aliento con no se qué… Ah! Todo esto acompañado de ronquidos que variaban en volumen y tono.

Una vez todo empeoró, de golpe los que estábamos despiertos empezamos a sentir un olor espantoso, nos buscamos con las miradas, no lo podríamos creer, era? no era? si era… era un mañanero. Esos pedos nauseabundos que han fermentado en el intestino durante toda la noche, y así, sin previo aviso y sin hacer ruido empieza a inundar la atmósfera del bus.

Nadie podía reaccionar, solo nos poníamos los abrigos en la cara como si fuéramos a asaltar un banco en el lejano oeste. Cuando estábamos perdidos, al borde del desmayo, insultando a todo el mundo por lo bajo y mareados se escuchó una voz del fondo, que no fue muy fuerte pero que nos daba fuerza, que nos hizo envalentonar y dar pelea…

“Vamos muchachos!!! Que dos aspiradas más y lo terminamos!!!”

5 comentarios:

Ana dijo...

jaja! muy buena anécdota. Yo tengo una teoría: que los pedos de los hombres son más olorosos que los de las mujeres. No sé si es porque las mujeres tratan de reprimirlos y salen a media máquina. ¿Usted qué opina señor? No me venga a destruir mi teoría feminista diciendo que todo depende de lo que comió la cerda.

Anónimo dijo...

Jajajajajajaja ¡Maldita máquina de pedos!

Dios... hay algo más desubicado que tirarse un pedo en un lugar cerrado lleno de gente? maldita falta de modales.

Seguro le temblaron los cachetes al muy cerdo...

Anónimo dijo...

Que terrible anecdotario Vasco!!
Tu historia me trae a la memoria cortos pero sufridos viajes en ascensor...

Anónimo dijo...

nunca alguno acomodo su cabeza en tu hombro y empezó a babear? eso es peor que los ronquidos! y no supera los pedos, obvio!

Sabes que, hoy en día tampoco pagan el boleto, entonces te corren por el lado de que son enfermos cardíacos y que su pobre y maltratado físico de 95 Kg no soportaría un viaje de una hora de pie.

muxu bat, vasco

El Vasco dijo...

ezkerrik asko polita.